Seguro te estarás preguntando qué es el desapego. Pues la definición pura, según indica la RAE es: “Falta de afición o interés, alejamiento, desvío”. Hoy por hoy, el apego lo asociamos con aferrarnos a una persona, cosa, actividad o sentimiento. Gracias a él creemos que, solo con este vínculo, podremos ser felices. Así que el desapego es justamente lo contrario. Es soltar, ¡dejar ir! “Paradójicamente los seres humanos nacemos necesitando, dependemos de una madre para sobrevivir. Somos seres sociales por lo que durante nuestra vida necesitamos de otras personas para garantizar nuestra salud física y emocional” afirma Alexandra Styger, psicoterapeuta enfocada en psicoanálisis. No por nada actualmente también hemos creado la falsa necesidad de apegarnos a objetos materiales.
“El apego se vuelve negativo cuando esa necesidad se transforma en dependencia y genera ansiedad cuando no tenemos cerca a esa persona u objeto“, añade Alexandra. Cuando sentimos que al perder algo o a alguien nos quedamos infelices o indefensos, no podemos enfrentar las situaciones del día a día. Practicar el desapego se convierte en una clave crucial para alcanzar la tranquilidad, pues nos ayudará a liberarnos y a apreciar e involucrarnos con las personas y las cosas de una manera mucho más saludable y equilibrada.
“Yo siempre le digo a mis pacientes que desapegarse es liberarse, dejar de depender y necesitar“, puntualiza la terapeuta. Desapegarse significa dejar ir todo aquello que no nos deja avanzar para dar espacio a que nuevas cosas lleguen a nuestra vida. ¿Quieres aprender a soltar? Toma nota:
1. Acepta cuando es necesario desapegarnos de alguien o de algo. Como dicen por ahí, el primer paso es aceptarlo. Toma consciencia e identifica qué cosas o personas te están generando, de una u otra manera, ansiedad debido al apego. Ojo, aceptar no es lo mismo que resignación ni conformismo. Cuando aceptas, te haces responsable de tus acciones y lograr identificar qué es lo que ya no te hace falta ni tampoco te hace feliz.
2. Hazte responsable de tus actos. Va muy de la mano del primer paso. Recuerda que lo que no hagamos por nosotros, nadie más lo hará, de modo que debes de evitar depositar toda tu felicidad en otras personas u cosas. “La felicidad no depende de una pareja, trabajo o un objeto material nuevo, punto final“, nos recuerda Styger.
3. Aprende a dar y no esperes nada a cambio. Pocas cosas te llenan con tanta satisfacción como lo es compartir. Hay una frase que nos gustaría compartirte: “La gratificación no está en el resultado, está en el hacer“. Si la otra persona no quiso recibir tu apoyo, ayuda o regalo, ten la satisfacción que el simple hecho de hacerlo, te vendrá muy bien.
4. Disfruta el presente. El pasado ya pasó y el futuro es incierto. Lo único que tenemos seguro es hoy. Aprovéchalo al máximo y no te angusties por cosas que no valen la pena. Tendemos a cargar sobre nuestros hombres y durante mucho tiempo cosas que en el pasado nos hicieron sentir mal o, de lo contrario, a aquello que nos hizo sentir muy bien y que hoy ya no tenemos. También tendemos a depositar toda nuestra felicidad en el futuro: “cuando esté más delgado”, “cuando sea rico”, “cuando me case”… Estos apegos llegan a ser tan fuertes, que únicamente provocan que nos olvidemos de lo más importante: el presente.
5. Asume las pérdidas. Como bien dicen, “nada es para siempre”. Recuérdalo siempre. Al darte cuenta que las pérdidas son inevitables, nos liberaremos del miedo y empezamos a vivir una vida llena de sorpresas.